Artículo extraído del sitio web de la Liga Internacional Socialista.
Por Verónica O’Kelly
El MES anunció públicamente que se reunió con la ex candidata a vicepresidenta de Haddad, Manuela d’Ávila, para invitarla a afiliarse al PSOL y continuar su militancia “independiente” dentro del partido. Un hecho que profundiza el debate sobre el para qué y el cómo construir el partido.
¿Alcanza con ser progresista?
Manuela d’Ávila, ex cuadro del PCdoB, diputada federal (2007-2015), diputada estatal (2015-2019), ex candidata a la vicepresidencia en 2018 en la candidatura de Haddad, es una militante del campo progresista, con la que incluso compartimos algunos acuerdos en la lucha contra los ataques de la extrema derecha y los sectores conservadores. Feminista comprometida, defiende correctamente los derechos de las mujeres, lo cual nos acerca en la lucha contra la opresión patriarcal y machista. Es una compañera en muchas trincheras, y consideramos fundamental evitar cualquier sectarismo que obstaculice la unidad de acción con ella o con cualquier fuerza del campo progresista.
El debate es: ¿esos acuerdos son suficientes para construir un proyecto político común?
Veamos, por ejemplo, en el terreno de la política feminista, donde luchamos contra un feminismo identitario y no clasista. Hemos dado muchas batallas junto a diversas militantes y organizaciones feministas, pero también hemos tenido diferencias y enfrentamientos con aquellas que no ven al capitalismo como la raíz de la opresión patriarcal. Esta diferencia fundamental nos lleva a tener políticas distintas en las luchas que damos. Tal es el caso frente al gobierno de Lula: al no adoptar una perspectiva clasista y anticapitalista, ciertos sectores del feminismo se niegan a priorizar la lucha contra el marco fiscal (Arcabouço Fiscal). Esto implica ignorar el impacto negativo de las políticas de ajuste fiscal sobre las mujeres, principales víctimas del desempleo, los salarios bajos y la pobreza en el país. Manuela se inscribe dentro de ese feminismo no clasista, es decir, reformista y, por tanto, limitado como proyecto político anticapitalista.
Otro ejemplo que podemos aportar al debate es el de cómo enfrentar a la extrema derecha. Manuela d’Ávila confía en las Frentes Amplias, es decir, en la unidad con sectores burgueses, incluso con partidos de la derecha tradicional, posiblemente como herencia de su formación campista que la llevó a militar durante muchos años en el PCdoB, partido del cual se apartó recientemente. Así fue que se presentó como candidata a vicepresidenta en las elecciones de 2018, donde Fernando Haddad encabezaba la fórmula. Hoy apuesta por gobiernos como el de Lula-Alckmin, Claudia Sheinbaum en México o Gustavo Petro en Colombia, tomándolos como referencias y ejemplos a seguir.
No pretendo aquí demostrar la falta de clasismo o anticapitalismo de Manuela d’Ávila, sino señalar la contradicción del MES al invitarla a incorporarse al PSOL. Nuevamente, no se trata de negar la unidad de acción —que es correcta—, sino de cuestionar la decisión política de seguir fortaleciendo sectores no anticapitalistas que están llevando al partido a una adaptación al régimen.
¿Qué PSOL quiere construir el MES?
El PSOL está recorriendo el camino de lo que la dirección mayoritaria llama “refundación”, que no es otra cosa que una adaptación al régimen burgués. Recientemente, el escandaloso despido del economista y asesor parlamentario David Deccache, por parte de Boulos y otros diputados de la mayoría, expuso a fondo cuánto ha avanzado ese proceso.
A esta altura no hay dudas sobre las intenciones políticas de Boulos, Valente e incluso Arcary. Representan un salto cualitativo en la hegemonía de los sectores reformistas dentro del partido. Y como dice Trotsky respecto a las tácticas unitarias con estos sectores, “ante la requisitoria de pronunciarse a favor del bloque con la burguesía o del bloque con la clase obrera (bajo condiciones concretas y muy claras de la lucha de clases), se verían obligados a responder que prefieren el bloque con la burguesía”1. Así, hoy ese sector no duda un segundo en declarar su apoyo al gobierno burgués de Lula-Alckmin y sus políticas de austeridad y ajuste contra los sectores populares y la clase trabajadora.
La duda es: ¿qué PSOL quiere construir el MES? El MES es la principal corriente interna de izquierda que se opone a la “refundación” reformista, lo que lo coloca en una posición de mayor responsabilidad. Con dos diputadas federales, Sâmia Bomfim y Fernanda Melchionna, ha sabido ejercer una presión correcta en el parlamento, denunciando los errores y contradicciones de la mayoría. Fueron ellas, junto con Glauber Braga y Deccache, quienes denunciaron el carácter antipopular del Arcabouço Fiscal, que la mayoría de la bancada del PSOL se preparaba para apoyar y votar. También es frecuente ver a parlamentarios del MES presentes en distintas luchas y movilizaciones, lo cual es importante destacar.
Lamentablemente, estas políticas correctas se combinan con otras que van a contramano de la defensa de un PSOL independiente, como conformar Federación con Rede o la incorporación de sectores y dirigentes alineados con la llamada “refundación”. Es necesario hacer un balance del ingreso de estos sectores provenientes del PT, como Primavera Socialista, Revolução Solidária, entre otros, que hoy dirigen el partido y cuya entrada se dio, principalmente, con el aval del MES. Es evidente que los esfuerzos por construir un partido con mayor capilaridad electoral, más bancas parlamentarias y figuras públicas de gran proyección son importantes. Sin embargo, esos objetivos no pueden convertirse en un obstáculo para avanzar en el objetivo estratégico de construir un partido anticapitalista, como lamentablemente ocurrió en el PSOL.
La invitación a Manuela d’Ávila es justamente eso: un error que va en contra de la construcción de un partido independiente y anticapitalista, y que el MES insiste en repetir.
Barajar y dar de nuevo
El ascenso de la extrema derecha en el escenario mundial y nacional es un hecho que, naturalmente, genera gran preocupación. Nuestra corriente internacional, la LIS (Liga Internacional Socialista), viene librando una fuerte batalla política contra los sectores reformistas que, frente a este fenómeno, sacan la conclusión escéptica de que fuimos derrotados y, por lo tanto, hay que unirse con “Dios y el diablo” en frentes defensivos. Ese proyecto está destinado al fracaso, y ese es exactamente el rumbo que ha tomado la dirección mayoritaria del PSOL.
Es hora de debatir, elaborar colectivamente y actuar en unidad con quienes tenemos el objetivo de abrir un proceso de reagrupamiento de los sectores de la izquierda anticapitalista y revolucionaria. Organizar eventos que promuevan estos encuentros y debates, de los cuales surjan conclusiones teóricas y prácticas que marquen otro rumbo, distinto al de la “refundación” y la adaptación al régimen burgués. Tanto dentro como fuera del PSOL. Todas las corrientes que construimos la izquierda del PSOL tenemos la oportunidad de hacerlo en un ambiente de debate honesto y de camaradería, rompiendo con el clima hostil y antidemocrático que ha instalado la dirección mayoritaria. Ese es el objetivo de este texto-debate: seguir por este camino y construir unitariamente una herramienta política que no dude en ubicarse del lado del bloque de la clase trabajadora y, así, barajar y dar de nuevo.
- Sobre el Frente Único. León Trotsky, 1922 ↩︎