El área de influencia geográfica de España tiene más que ver con el norte de África y los países del Mediterráneo que con la Europa Oriental. Nuestro vecino más importante pero también el más complejo es Marruecos, que sigue reclamando como suyas dos ciudades, Ceuta y Melilla, enclavadas en suelo africano. El grueso de la inmigración ilegal proviene de países subsaharianos en conflicto, especialmente de la convulsa zona del Sahel, un hervidero de inseguridad donde se amalgaman yihadistas y juntas militares autoritarias, y tráfico de drogas y personas. La distancia que separa España de Finlandia es la misma que la de Gaza. Lo que ocurre en Oriente Próximo tiene una repercusión directa en los países árabes, muchos a tan solo unos centenares de kilómetros de nuestras costas, y por ello centrales en la estrategia diplomática española.
Los intereses estratégicos y diplomáticos de España están, por todo ello, tan enclavados en el llamado flanco sur como en el flanco este. La seguridad depende de disuadir a Rusia, pero también de la geopolítica con países como Marruecos y Argelia, Israel y Palestina, Egipto o Túnez.
La diplomacia española intentó forzar la inclusión del llamado flanco sur en las conclusiones del pasado Consejo Europeo del 6 de marzo, y lo consiguió, aunque de forma muy indirecta. Aquel día, los líderes de los 27 se confabularon para lanzar un plan de rearme europeo y un nuevo paradigma de Defensa de la Unión Europea. En el texto final se establece que Europa debe ser “más soberana y responsable de su propia defensa y estar mejor equipada para actuar de forma autónoma” frente a los retos y amenazas futuras “con una estrategia de 360º”. Desde Moncloa y Exteriores apuntan a que bajo esa expresión se engloba la petición española de que la seguridad tenga también en cuenta a la vecindad sur y los países árabes.
“Esa aproximación 360º se entiende desde un punto de vista geográfico: que, además del flanco este de la UE, integre al vecindario sur”, apuntan desde el Gobierno. “Pero también 360º desde el punto de vista temático: ir más allá de cuestiones puramente militares y de definición de capacidades, abordando también otros aspectos de seguridad, como la resiliencia, la respuesta a crisis climáticas o el refuerzo crítico de infraestructuras de transporte y también energéticas”.
El Gobierno de Pedro Sánchez ya se empeñó, durante la cumbre en Madrid, en que la OTAN incluyera el flanco sur en el llamado Concepto Estratégico de la organización, la hoja de ruta para la próxima década. Además, la Alianza Atlántica ha designado por primera vez a un Representante especial para la Vecindad Sur, el diplomático español Javier Colomina. Se encarga de toda el área mediterránea, de Marruecos a Israel. ¿Qué plan tiene para esa zona la Unión Europea, ahora que ha lanzado una nueva carrera para el rearme y la seguridad?
Los riesgos del norte de áfrica y Sahel
A unos pocos kilómetros de las costas andaluzas, Marruecos y Argelia siguen enzarzados en un duelo de baja intensidad. El Frente Polisario saharaui mantiene choques violentos ocasionales con las Fuerzas Armadas marroquíes a lo largo del muro de separación que separa el Sáhara Occidental controlado por Marruecos y el dirigido por los saharauis desde los campamentos argelinos de Tinduf. Esa guerra podría escalar, y convertirse en un foco de conflicto cercano y relevante para España. Hay otros escenarios menos probables, pero no descartables, como que un Marruecos envalentonado por su aliado, Donald Trump, quizá bajo un nuevo monarca, el hijo del actual Mohamed VI, gire hacia una política más asertiva respecto a las ciudades españolas de Ceuta y Melilla o a las zonas marítimas en disputa con Canarias. La buena sintonía entre Madrid y Rabat, gracias a la hoja de ruta lanzada hace ahora tres años, es frágil, a la vista de otros choques históricos. Marruecos respondió por ejemplo en 2021 con el envío de miles de inmigrantes marroquíes a Ceuta, en lo que fue considerado un choque híbrido.
Los riesgos de la zona subsahariana son ya tangibles. El Sahel Central (Malí, Burkina Faso y Níger) es ya el epicentro de la actividad terrorista global, con una de cada tres muertes por esa causa en el mundo, según el Índice de Terrorismo Global publicado por el Instituto para la Economía y la Paz. La tensión en Malí ha provocado ya que el grueso de los hombres y mujeres que arriesgan su vida en los cayucos en su ruta hacia España sean de esa nacionalidad. Hay rutas de droga que atraviesan el desierto del Sáhara para traer droga hacia las costas andaluzas. Además, Estados Unidos ha perdido pie en países como Níger, donde un alzamiento militar ha permitido conquistar una base de drones clave del país americano en la región. En Burkina Faso, Mali y Níger viven más de 3,3 millones de personas desplazadas internamente.
“Hay Juntas militares que Gobiernan Níger, Burkina Faso y Malí y grupos yihadistas que se están haciendo fuertes con equipamiento militar de China, Rusia incluso de Turquía, por ejemplo, drones”, explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Wassin Nasr, investigador y periodista especializado en movimientos yihadistas en Oriente Medio y África. “Se ha intentado llevar a cabo una política de seguridad europea en esa zona durante décadas, pero no ha funcionado porque una solución completamente militar no es viable”
En ese contexto, ¿qué interesa más a España en esta era de rearme europeo? ¿Drones de vigilancia e inversión en satélites e inteligencia militar, que se pueden usar para obtener información de esa zona turbulenta, o munición de artillería de 155 milímetros y carros de combate? ¿Ayuda al desarrollo para robustecer las instituciones de los países cercanos propensos a la violencia y a los golpes de Estado?
Ni una mención sobre Gaza
El flanco sur también incluye a Gaza e Israel, según la propia definición del mandato del enviado especial de la OTAN. La guerra de Israel contra Hamás lleva ya un año y medio en marcha, ha dejado unos 50.000 palestinos muertos bajo los bombardeos israelíes (en su mayoría mujeres y niños) y unos 1.200 israelíes (en su mayor parte, civiles). Y sigue en marcha. Tras unas semanas de alto el fuego, el gobierno israelí dirigido por Benjamín Netanyahu ha ordenado cortar el agua y la electricidad e impedir la entrada de comida en la Franja de Gaza, un crimen de guerra por el que la Corte Penal Internacional ya había ordenado su detención. Mientras, desde Estados Unidos, Donald Trump ha presentado una suerte de plan que incluye la expulsión de los palestinos de Gaza para construir un complejo turístico.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no ha dicho una sola palabra sobre estos últimos acontecimientos. Su silencio respecto a Oriente Próximo contrasta con su contundencia declarativa respecto a la guerra de Rusia contra Ucrania. Choca en ese sentido con la llamada “política exterior coherente” definida por España, en la que se presiona tanto a Moscú como a Tel Aviv para que frenen el conflicto y respeten la legislación internacional humanitaria y la vida de los civiles. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha invertido una gran cantidad de capital político en ese conflicto, con decenas de viajes a la región, que han revertido en una luna de miel diplomática con los países árabes.
Sin embargo, la nueva Comisión Europea está, de base, sesgada hacia el flanco este. Ursula von der Leyen mostró al comienzo del conflicto en Gaza sintonía con Benjamín Netanyahu. El nombramiento de Kaja Kallas como nueva Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad fue también toda una declaración de intenciones. La ex primera ministra de Estonia tiene un claro enfoque hacia los problemas de la Europa oriental y al riesgo ruso. Su predecesor, Josep Borrell, equilibraba la situación, y ejerció de voz crítica con las matanzas de civiles en Gaza al tiempo que impulsaba las compras de armamento para Ucrania. Presionó a Von der Leyen para que respondiera a la carta que le mandó Pedro Sánchez junto a su homólogo irlandés con el fin de que se revisara el acuerdo europeo con Israel.
Por el momento, Kallas ha dado su respaldo al plan de Egipto y la Liga Árabe para reconstruir Gaza, que sin embargo rechaza Estados Unidos. Y este mismo martes ha hablado con el Secretario General de la Liga Árabe, Ahmed Aboul Gheit, con quien se ha comprometido a estrechar el diálogo y “abordar cuestiones regionales y mundiales de interés mutuo”. Pronto habrá que reconstruir Gaza, y el papel de la UE será importante.