El 27 de enero, en la ciudad de Aosta, al norte de Italia, el radiólogo Gianluca Fanelli tomó una decisión que lo colocó en el centro de una investigación disciplinaria y judicial.
Su gata, Athena, cayó desde el techo del edificio donde vive la familia. Descendió más de 18 metros hasta el suelo. El animal quedó gravemente herido, con fracturas, un pulmón desprendido y sospecha de neumotórax.
Tras una evaluación veterinaria, el médico, impulsado por la urgencia del momento, decidió llevarla al hospital Parini, donde trabaja, y someterla a una tomografía computarizada para evaluar su estado antes de realizarle un drenaje torácico.
El procedimiento salvó la vida de la gata, pero desató una controversia. La autoridad sanitaria local de Aosta inició una investigación interna para determinar si el médico violó normas sanitarias al usar equipo hospitalario en un animal.
El caso fue remitido a la Fiscalía, que estudia posibles cargos por uso indebido de recursos públicos y malversación de fondos.
Fanelli, responsable de la unidad de Radiología y Neurorradiología Intervencionista del hospital Parini, se defendió argumentando que actuó fuera del horario laboral, en un momento en que los tres tomógrafos del hospital estaban sin uso y no había pacientes en espera.
En una carta dirigida a la dirección del hospital, levantada por el medio italiano Rai News, explicó: “Si no hubiera hecho todo lo que podía (…) y mi gata hubiera muerto, nunca habría podido perdonarme, ni a mis hijos que la adoran”.
Sin embargo, las autoridades sanitarias insisten en que el uso de equipamiento público para fines privados es una falta disciplinaria que podría tener consecuencias legales.
Massimo Uberti, director de la empresa sanitaria de Aosta, confirmó que se enteró por un comunicado verbal y que el caso fue trasladado a la comisión disciplinaria, que evaluará los hechos y decidirá las sanciones.
“Inmediatamente pensé que era una broma, esta historia es tan increíble. Después de eso, lamentablemente no fue así y ahora procederemos por todas las violaciones posibles”, sentenció en Corriere della Sera.
Además, subrayó la posible existencia de delitos perseguibles de oficio, lo que llevó a la Fiscalía a abrir un expediente.
“Hablo de hipótesis, pero el funcionario público tiene la obligación, en caso de hipótesis de estos delitos, de comunicarlos a la Fiscalía”, sentenció de acuerdo con Rai News.
El caso generó un intenso debate en Italia. Para algunos, la acción de Fanelli refleja la ética de un médico que priorizó salvar una vida. Para otros, es una infracción clara del reglamento hospitalario y del correcto uso de recursos públicos.
En el centro de la polémica también se encuentra la esposa de Fanelli, la senadora Nicoletta Spelgatti, del partido Liga, quien salió en defensa de su marido.
“Mi esposo salvó una vida. Punto. No le quitó nada a nadie porque en ese momento los equipos no estaban en uso. En la vida siempre hay que hacer las cosas bien, sin importar las consecuencias”, afirmó la senadora.
Sin embargo, el consejero regional de Salud del Valle de Aosta, Carlo Marzi, enfatizó la importancia de esclarecer los hechos y deslindar responsabilidades.
“Es necesario que se brinde total claridad sobre lo ocurrido, a fin de garantizar el cumplimiento de las normas y el correcto uso de los recursos públicos”, sentenció, según Rai News.
Fanelli manifestó que no se arrepiente de su decisión y está dispuesto a compensar cualquier daño económico causado al hospital.
Mientras tanto, la comisión disciplinaria del hospital analiza su caso y la Fiscalía de Aosta mantiene abierto el expediente para determinar si existen bases para una acusación formal.
“Ser médico significa cumplir una misión. El motor es precisamente la vida que fluye en los ojos de quienes se confían a tus cuidados. Y esta vida fluye en cada ser vivo”, sentenció Fanelli en su carta, de acuerdo con el medio británico The Guardian.