Este país europeo de poco más de 10 millones de habitantes se convirtió en un ejemplo de cómo salir de una crisis económica.
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Portugal es uno de los países europeos que más turistas recibe por temporada, y recientemente su popularidad creció gracias a las redes sociales, que promocionan su paisajes. La gastronomía y las playas están rodeadas de arquitectura cargada de historia y cultura.
Sin embargo, esta nación floreciente no siempre fue un lugar de ensueño. Hace casi veinte años, los portugueses atravesaron una de las crisis económicas más fuertes del continente en el último tiempo. Sin embargo, gracias a un cambio de dirección acertado, el país recuperó su color.
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De la bancarrota al éxito económico
Después de la crisis económica global de 2008, Portugal se sumió en una profunda depresión. En 2011, al borde de la bancarrota, el gobierno solicitó un rescate de 78.000 millones de euros a las instituciones de la Unión Europea y al Fondo Monetario Internacional. Este rescate se otorgó con la condición de implementar medidas de recorte público.
Durante los años siguientes, conocidos como los años de la «troika» debido a las imposiciones de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, se recortó significativamente el gasto público, afectando especialmente los salarios de los funcionarios y las pensiones, y se aumentaron los impuestos.
Sin embargo, el desempleo continuó aumentando, alcanzando un récord del 17,7% en 2013. La pobreza y el descontento social también aumentaron, mientras que el consumo de los portugueses se desplomaban.
Tras las reformas implementadas por un gobierno de centro-derecha bajo la supervisión de la troika, Portugal se liberó de los préstamos internacionales en junio de 2014. A pesar de ello, el país no estaba en condiciones de celebrar mucho: la tasa de desempleo rondaba el 12%, el 20% de la población vivía por debajo del umbral de pobreza y 485.000 portugueses habían emigrado del país entre 2011 y 2014.
El cambio de gobierno que encaminó a Portugal
Tras las elecciones de 2015, se formó un nuevo gobierno de centroizquierda liderado por António Costa, que comenzó a revertir las medidas de austeridad, manteniendo al mismo tiempo la responsabilidad fiscal. Comenzaron a gastar un poco más, especialmente en salarios, lo que tuvo un efecto multiplicador en la economía. Este aumento moderado del gasto resultó en un incremento del PBI y de los ingresos por impuestos.
La recuperación se hizo evidente en 2017, cuando el PIB portugués creció un 2,7%, la tasa más alta desde el comienzo del nuevo milenio, y la tasa de desempleo bajó a niveles precrisis.