La Argentina transita un presente energético complejo, resultado de grandes cambios producidos en los últimos 25 años. En el siglo XX el país tuvo un ciclo virtuoso que se inicia con el descubrimiento del petróleo en 1907 y culmina con el autoabastecimiento sostenido y permanente en 1988; y que duraría hasta 2011.
El cambio más importante respecto al presente es la desaparición del Estado en sus roles de fijación de las políticas públicas del sector; y la desaparición de las empresas energéticas —petróleo, gas natural, eléctricas, nucleares— que construyeron la infraestructura y gestionaron la energía durante un siglo.
La puesta en marcha de la formación no convencional de Vaca Muerta, cuyo desarrollo se ha producido en los últimos 15 años, convirtió a la provincia de Neuquén en la nueva capital del petróleo y del gas, reemplazando en ese rol a la provincia de Chubut. Todas las cuencas históricas declinan producción en forma crónica.
En este contexto resulta interesante analizar el futuro de Argentina a partir de los anuncios del presidente Donald Trump en su discurso de apertura de mandato -el lunes 20 de enero pasado- que impactarán en la energía mundial.
“Estados Unidos volverá ser una nación manufacturera, y tenemos la mayor cantidad de petróleo y gas de cualquier país del mundo y lo vamos a utilizar”, sostuvo.
“Bajaremos los precios, llenaremos nuestras reservas energéticas hasta el tope y exportaremos energía estadounidense a todo el mundo. Volveremos a ser una nación rica y ese oro líquido bajo nuestros pies es lo que ayudará a lograrlo”, dijo el presidente de los Estados Unidos.
“Con mis acciones de hoy terminaremos con el Green New Deal y revocaremos el mandato de los vehículos eléctricos”, agregó el mandatario.
El discurso tiene malas noticias para el mundo, ya que no habrá control del cambio climático ni mitigación posible sin los Estados Unidos comprometidos con ese objetivo planetario. Y tampoco lo habrá sin una Europa en paz.
En este contexto el 2025 será un año bisagra: o la energía mundial se encamina por la vía de la diplomacia y la racionalidad científica; o el mundo se precipitará al desastre antes de finalizar el siglo.
Creo importante entrar en los temas energéticos de interés para la Argentina; ya que el anuncio del nuevo presidente americano podría provocar una fuerte caída de los precios internacionales de los hidrocarburos —incluida una guerra de precios— que podría dejar fuera de competencia a Vaca Muerta y sobre todo al gas.
En hidrocarburos Argentina y Estados Unidos, los productores no convencionales podrían entrar en dura competencia.
Estados Unidos es el segundo productor energético del mundo; su producción anual de crudo es de 21.973 millones de barriles por día y la producción de Argentina es apenas de 0,82 millones de b/d; o sea 27 veces más chica.
En gas natural las cifras son de magnitud similar: la relación de la producción entre ambos países en este caso es 25 veces. Y una situación similar se da si se comparan las reservas comprobadas de hidrocarburos.
Esta enorme disparidad nos obliga a ser cautelosos a la hora de hacer proyecciones realistas en la evaluación de nuestros proyectos de exportación de hidrocarburos. Mucho de lo que se anunció en 2024 carecía de los estudios que demostraran la factibilidad integral de los proyectos .
Para resumir: Estados Unidos tiene en la actualidad enormes ventajas comparativas respecto a precios y ubicación geográfica y debe tenerse en cuenta que la producción de crudo y gas americana surge de mercados competitivos y transparentes, lo que no ocurre en la Argentina. Si esto no se corrigiera con una adecuada política pública, el país podría tener una nueva gran frustración.