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La empresa familiar, referente en tiempos de incertidumbre

El Rey Felipe VI posa en una foto de familia durante la clausura del XXVII Congreso Nacional de la Empresa Familiar. / Europa Press

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca inicia un nuevo mandato en Estados Unidos que parece va a intensificar la volatilidad en los mercados globales. Medio mundo queda atento a las nuevas políticas comerciales y monetarias del país norteamericano, que pueden comportar importantes cambios a niveles geopolítico y económico.

Esta situación se suma a los complejos desafíos económicos a los que se enfrenta Europa, donde las principales potencias viven un periodo de inestabilidad que sume de incertidumbre al Viejo Continente. Con este panorama, la capacidad de adaptación de las empresas se ve puesta a prueba, y son las empresas familiares la clave para liderar la navegación en este escenario de tensión y ofrecer lecciones valiosas sobre resiliencia empresarial.

Las empresas familiares son más resilientes y adaptables ante crisis complejas, como se ha visto demostrado con los cisnes negros que han golpeado el mercado en estos últimos años. Desde la pandemia hasta la incertidumbre actual, estas compañías han sido las más eficaces a la hora de sortear la adversidad gracias a sus características que las desmarcan del resto de empresas. Según la tendencia experimentada, la empresa familiar experimenta una caída menos pronunciada en una crisis que una gran corporación sin inversor familiar de referencia; también tienden a recuperarse con mayor rapidez.

Las claves del éxito

Y es que esta capacidad de resistencia no es cuestión de suerte, sino de tres factores clave que son la receta de su mayor consistencia: el anclaje emocional, la gestión en la toma de decisiones y la prudencia como guía en la administración financiera. El anclaje emocional supone el compromiso, a todos los niveles organizacionales, más allá de las cifras. El fuerte vínculo emocional de las familias propietarias con sus negocios, que también tiene que ser transmitido a los empleados, explica en gran parte esa resiliencia y otorga una característica diferencial con respecto a otras compañías: la visión a largo plazo y la aspiración de permanencia en el tiempo, sin centrarse en una rentabilidad rápida.

El ejemplo más diáfano de cómo el anclaje emocional es diferencial en la empresa familiar, es un análisis de cómo reaccionaron, por ejemplo, ante la pandemia del COVID-19, y cómo surge ese impulso de preservar la continuidad de la compañía incluso en las circunstancias más difíciles. En el Covid, la mayoría de empresas de esta categoría priorizaron el capital humano, preponderando el mantenimiento del empleo y la protección de la reputación; dos apuestas sin duda costosas a largo plazo, pero que terminaron por fortalecer su posición a ojos del mercado una vez sorteada la crisis. Anclaje emocional es sinónimo de confianza, y la confianza de cada uno de los stakeholders es esencial para salir adelante.

La estructura propia de la empresa familiar otorga ventajas en otra palanca fundamental para estas organizaciones: la toma de decisiones. A diferencia de las corporaciones con estructuras jerárquicas muy marcadas, con procesos complejos y lentos de aprobación y ejecución, las empresas familiares suelen contar con una gestión centralizada en la que los miembros de la familia, o gente de su máxima confianza, sean los que ocupen los puestos clave. Esto permite flujo de información directo y acortar los procesos para una toma de decisiones más ágil, clave en situaciones de crisis. Esta línea directa permite ajustar operaciones de manera eficiente y adaptar las estrategias comerciales a las necesidades del momento.

Planificación financiera

El tercer pilar es una gestión y planificación financiera conservadora. A diferencia de otras empresas que quizá opera con altos niveles de deuda para maximizar la rentabilidad o acometer operaciones complejas, la empresa familiar tiende a mantener una base más sólida y tener unos ratios de endeudamiento prudente. De esta manera, existe una mayor capacidad de contar con liquidez en tiempos de crisis, como se ha visto en tiempos de volatilidad extrema donde esa estabilidad financiera ha sido clave para la viabilidad de la compañía.

La experiencia de las empresas familiares durante tiempos de incertidumbre otorga lecciones valiosas para el mundo empresarial. La combinación de una visión a largo plazo, una estructura que permite gestionar de manera óptima la toma de decisiones y una administración financiera conservadora es la fórmula ganadora para enfrentar la volatilidad y periodos de crisis. Si bien es cierto que no todas las corporaciones pueden asimilar el modelo familiar, sí se pueden replicar ciertos principios: fomentar una cultura organizacional a largo plazo, valorando el compromiso y continuidad o simplificar procesos.

La adaptación y resiliencia de las empresas familiares no solo han sido una ventaja competitiva durante crisis pasadas, sino que también representan una referencia para otras compañías que buscan navegar en un mundo empresarial cada vez más incierto. En un momento en el que la economía global enfrenta numerosos desafíos, aprender de estas experiencias puede marcar la diferencia entre sobrevivir o prosperar.

En definitiva, el modelo de empresa familiar nos enseña que el éxito no solo depende de cifras y balances, sino también de la capacidad de adaptación y la visión a largo plazo. Estos principios, más relevantes que nunca en periodos de reconfiguración de las alianzas comerciales y cambios regulatorios, serán clave para construir un futuro empresarial más resistente y sostenible.

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