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Mbappé se confiesa tras la dura adaptación al Real Madrid: «El inicio fue un problema mental; si piensas tanto, no juegas bien»

Mbappé es una persona acostumbrada a asumir todas las responsabilidades. Más allá del campo. Las que son suyas propiamente y las que dependen de su entorno o su equipo. Por eso la imagen de un jugador taciturno, que se escondía para tirar penaltis en su primer tramo como jugador del Real Madrid, era inédita. Era difícil de explicar la desubicación de un futbolista que, en estado de gracia, es el más desequilibrante del mundo, como ha demostrado en sus recientes actuaciones. Solo un perfil como el suyo puede aislarse de un mal rendimiento colectivo para levantar un jaque mate.

«Al Real Madrid hay que venir con humildad»

Y eso no le ha cargado de la frustración que debiera. Le sucedió con Francia en la final del Mundial de Qatar, donde él solo no pudo tumbar el relato ya escrito de la Argentina de Messi. Más recientemente vivió un episodio similar en la Supercopa de España disputada en Arabia. Muy diferente en la dimensión del título, pero que igualmente refleja el carácter de un líder que cometió un error en sus primeros meses en el Real Madrid. Como él mismo confesó en su primera rueda de prensa desde que es jugador blanco -sin contar su presentación o zonas mixtas con la televisión oficial del club-.

«Yo pensaba mucho. Demasiado. Cómo hacer esto, cómo moverme. Cuando piensas tanto, no juegas bien. Ha sido algo más mental. Estaba bien físicamente, contento con el grupo, pero debía dar más. Lo sabía. Y fue tras Bilbao cuando me dije ‘vamos’. No has venido a Madrid para jugar mal. Ha cambiado eso. En el Real Madrid hay que jugar bien siempre y ahora estoy listo«, confesó desde la extrema sinceridad que le mueve. Mbappé es un futbolista que por sus características va a sufrir un sobreanálisis constante y, por tanto, es imposible que sea un secundario como se impuso al llegar al Bernabéu.

«Nunca voy a ser un jugador tímido. Pero al Real Madrid hay que venir con humildad, porque es un equipo que ha ganado todo y no puedes llegar a él con exigencias. Máximo respeto», explicó un delantero liberado. No por los 18 goles y cuatro asistencias que han convertido su arranque numérico en el club donde siempre soñó jugar en un reto conseguido. Mbappé es el futbolista por el que tanto esperó Florentino Pérez, del que sintió su rechazo, por intervenciones como esta. Así como por tener el arrojo de pedir a los aficionados de la Castellana que no piten a Lucas Vázquez, su capitán, llevándose la mano al escudo. Una gestualidad de líder, el único perfil que puede ejercer y al que ha accedido por méritos propios.

Kylian Mbappé, delantero del Real Madrid, accede a la sala de prensa. / FERNANDO VILLAR / EFE

«Soy un jugador que necesita sentir presión»

Para algunos su fichaje llegaba tarde. Para otros, a diferencia de lo que sucedió en los primeros escarceos entre ambas partes, ahora era Mbappé el que necesitaba al Real Madrid. Porque el francés necesitaba salir de la dinámica de fracasos europeos del PSG, del que ya había extraído toda la materia prima económica posible. Pero los jugadores ganadores no lo son por el simple hecho de acumular victorias, sino por la actitud que tienen para la continua mejora y el inconformismo, algo que demuestra el galo en cada una de sus palabras.

«Soy el tipo de jugador que necesita sentir presión. El sentir que siempre tienes que dar más. Ante el Celta hubo pitos, pero es normal en un club como el Real Madrid. Hay que ganar siempre, por eso nos sentó tan mal perder la Supercopa. El vuelo de regreso fue triste y en la Copa del Rey volvimos a tener una noche difícil. Pero hemos ido a más, jugando con personalidad y cambiando las situaciones. Eso es lo que quieren los madridistas: jugar bien y ganar partidos», razonó en la previa de un partido de Champions importante para el Real Madrid.

El título que anhelo para afirmar que puede ser el líder de una estructura ganadora. Tras fallar un penalti en Liverpool tocó fondo contra el Athletic en San Mamés. Pero el último mes y medio de competición del galo ha sido decisivo para que el Real Madrid no se derrame en la continua operación a corazón abierto a la que es sometido. Un club en el que cada empate es una crisis que resuelve con una centrifugadora de rumores frente a la que no es fácil responder. Mbappé fue utilizado como el chivo expiatorio de un club que, bajo la batuta de Ancelotti, sigue sin haber desarrollado una confianza en un sistema de juego. Aunque quizás no la necesite para triunfar por enésima vez en Europa.

Entrenamiento del Real Madrid, previo al partido contra el RB Salzburgo de Champions. / EP

«Era mi culpa y de nadie más»

«Tengo el objetivo de hacerlo mejor en cada partido, así que espero que el de mañana sea aún mejor. Confío en mi calidad y en mis compañeros», declaró Mbappé, consciente de que en el Real Madrid no es que la memoria no importe, es que el único modo de mantenerla es alimentando las vitrinas del museo. Es una espiral tan exigente como autodestructiva cuando vienen mal dadas, pero que hasta el momento ha resultado una fórmula de éxito. Mbappé no es una figura que vaya a descomponerse en un contexto de máxima presión o en un vestuario repleto de nombres, porque es algo por lo que ya pasó en el PSG, donde, a priori, él era la figura central.

Sin embargo, los grupos humanos del fútbol son cambiantes. Esta temporada arrancó con Vinicius como regente del campeón de Europa. Apenas unos meses después el brasileño se ha quedado sin Balón de Oro, refugiado en sus individualidades y al que solo le queda defender la banda izquierda. El territorio por el que se colaba Mbappé al principio en busca de una adaptación rápida. El camino no ha sido tan rectilíneo como esperaba, pero esto le ha permitido abrir su espectro para dominar el ataque con la imponencia física a campo abierto que solo él tiene.

«Tenemos que estar todos unidos. Entiendo las críticas, no hay problema, pero no perdamos la unidad. Es así de simple. Necesitamos a todos para escribir una nueva página en la historia. Estar aquí es siempre un sueño. Cada vez que tengo la oportunidad de ponerme esta camiseta, soy feliz. Incluso cuando no jugaba bien, lo estaba. Era mi culpa, de nadie más. Y ahora estoy mejor. Intentando aprender la cultura española, un poco diferente de la francesa, pero en ello estoy. Y bien. Me gusta mi vida», dice un jugador que ha encontrado la paz mental.

Transmite este sentimiento a unas piernas revolucionadas de las que dependerá el éxito del Real Madrid en una temporada que son mil a la vez. Con sus crisis, sus miedos y sus resurrecciones, como la que Mbappé asegura haber firmado antes de la primavera, donde el fútbol de los grandes lleva como un fruto maduro. Para ello, primero hay que pasar el invierno con calor, el que Ancelotti necesitará para asumir una repesca, salvo milagro matemático, inconcebible hace apenas unos meses.

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